Reflexión inmortal sobre nuestra humana identidad andina
La cuestión de la identidad
¿Cómo funcionó y funciona la desestructuración mental que remata en la pérdida de identidad?
Cualquier proyecto de vida, sea personal, grupal, comunal; no tendrá posibilidades de éxito si primero no definimos el tema de la identidad.
¿Quién soy yo? ¿Quién eres tú? ¿Quiénes somos nosotros?, sólo sabiendo quienes somos podemos saber a dónde tenemos que ir, con quiénes, contra quiénes, al lado de quiénes.
Porque, por no saber quiénes somos (y por muy izquierdistas o nacionalistas que seamos) podemos llegar a matarnos entre nosotros mismos.
Mundo occidental y mundo andino
En el mundo occidental la unidad es uno, todo vale por uno, todo es uno, por eso es individualista; todo es Chacha-Warmi, por eso es
colectivista, solidaria.
El hombre solo no vale, la mujer sola tampoco, valen como pareja. Para ser autoridad el requisito fundamental es ser pareja, ambos son autoridades.
En el mundo occidental el hombre está sobre la tierra, por eso puede vender la tierra, alquilarla, enajenarla, explotarla.
En el mundo Andino el hombre no está sobre la tierra, el hombre es parte de la tierra, por eso tiene que respetarla, cuidarla, tomar de
ella solo lo necesario.
En el mundo occidental el poder puede ejercerlo solo una persona cuantas veces sea posible, en el mundo andino una sola vez se tiene oportunidad de ejercer el poder. Este poder tiene que
tocar a todos los miembros de la comunidad pero no retorna a la misma persona. El poder no está reservado solo para el que sabe leer y escribir o el académico, todos tiene que aprender a ejercer
el poder.
La democracia occidental está basada en mayorías y menorías, por ello los que pierden y son mayoría siempre inviabilizarán a los que ganan. En la democracia comunal no hay mayorías ni
menorías, aquí funciona el consenso.
La democracia occidental es un vicio, la democracia andina un servicio.
¿Quiénes somos?
Entonces ¿Quién Soy? Quiénes somos?
ESTO SOMOS: nacimos y vivimos en un territorio andino, tenemos una cultura andina, practicamos una religión andina, hablamos idiomas
andinos, entonces, ¡soy un andino! Ni indio ni campesino! Andino en primer lugar, peruano por esta cuestión de los documentos.
Los shipibos son shipibos en primer lugar por las mimas razones.
Ahora, ¿existe identidad peruana? Qué implica ser peruano?
Cuando lean esto probablemente algunos piensen que estamos planteando volver al pasado.
¡No! No se trata de un retorno romántico al pasado sino de una recuperación científica de ese pasado.
No se trata del color de la piel, ni mucho del idioma, sino es una cuestión de estructura mental, cuestión de lógica, de comportamiento.
Qué tipo de sociedad buscamos
Buscamos construir una sociedad de iguales, pero, para que dentro de esa igualdad tengamos derecho a ejercer nuestra diferencia.
Buscamos construir un Perú socialmente justo, ecológicamente equilibrado, políticamente pluralista pero sin partidos reaccionarios, autogestionaria y autodeterminada pero también
internacionalista dentro de la búsqueda del bien común.
Una forma de cultura política que tenga su representación en liderazgos naturales, en servir y no servirse, representar y no suplantar, construir y no destruir, obedecer y no mandar, proponer y no imponer, convencer y no vencer... Estas son evidencias de una forma de práctica política no tanto partidaria, sino parida por las comunidades, nacida desde nuestras raíces, desde nuestra identidad. ¡Ésta es una utopía... pero posible
......HUMILDAD......
Actitud de la persona que no presume de sus logros, reconoce sus fracasos y debilidades y actúa sin orgullo. La humildad es una virtud de realismo, pues consiste en ser conscientes de nuestras limitaciones e insuficiencias y en actuar de acuerdo con tal conciencia. Más exactamente, la humildad es la sabiduría de lo que somos, es decir, ser conscientes de nuestro conocimiento, realidad e ignorancia.
pensamientos de humildad
· Cuando no hay humildad, las personas se degradan.
· El secreto de la sabiduría, del poder y del conocimiento es la humildad.
· Quiero vivir y morir en el ejército de los humildes, uniendo mis oraciones a las suyas, con la santa libertad del obediente.
· La humildad de los hipócritas es el más grande y el más altanero de los orgullos.
· Uno debe ser tan humilde como el polvo para poder descubrir la verdad.
· Cuanto más grandes somos en humildad, tanto más cerca estamos de la grandeza
· No seas jamás humilde con los soberbios, ni soberbio con los humildes
· Saber llorar es la sabiduría de la sencillez
· Sobre la humildad se fundan todas las demás virtudes y quien carece de humildad no puede vivir cristianamente
Lo que todos deseamos:
Todos deseamos una palabra de aliento cuando las cosas no han ido bien.
Comprensión de los demás cuando, a pesar de la buena voluntad, nos hemos vuelto a equivocar.
Que se fijen en lo positivo más que en los defectos.
Que haya un tono de cordialidad en el lugar donde trabajamos o al llegan a casa.
se nos exija en nuestro trabajo, pero de buenas maneras.
Que nadie hable mal a nuestras espaldas.
Que haya alguien que nos defienda cuando se nos critica y no estamos presentes
se preocupen de verdad por nosotros cuando estamos enfermos.
Que se nos haga la corrección fraterna de las cosas que hacemos mal, en vez de comentarlas con otros; y que recen por nosotros
y...
Estas son las cosas que, con humildad y espíritu de servicio, hemos de hacer por los demás. Si nos comportamos así, entonces: Aunque vuestros pecados fueran como la grana, quedarán blancos como
la nieve. Aunque fueren rojos como la púrpura quedarán como la blanca lana.
Lo que todos debemos cambiar: la soberbia
Por el orgullo buscamos la superioridad ante los demás.
La soberbia consiste en el desordenado amor de la propia excelencia.
La soberbia es la afirmación aberrante del propio yo.
El hombre humilde, cuando localiza algo malo en su vida puede corregirlo, aunque le duela.
El soberbio al no aceptar, o no ver, ese defecto no puede corregirlo, y se queda con él. El soberbio no se conoce o se conoce mal.
Los grados de la humildad
1 Conocerse. Primer paso: conocer la verdad de uno mismo.
Ya los griegos antiguos ponían como una gran meta el aforismo: "Conócete a ti mismo". La Biblia dice a este respecto que es necesaria la humildad para ser sabios: Donde hay humildad hay sabiduría
. Sin humildad no hay conocimiento de sí mismo y, por tanto, falta la sabiduría.
Es difícil conocerse. La soberbia, que siempre está presente dentro del hombre, ensombrece la conciencia, embellece los defectos propios, busca justificaciones a los fallos y a los pecados. No es infrecuente que, ante un hecho, claramente malo, el orgullo se niegue a aceptar que aquella acción haya sido real, y se llega a pensar: "no puedo haberlo hecho", o bien "no es malo lo que hice", o incluso "la culpa es de los demás".
Para superar: examen de conciencia honesto. Para ello: primero pedir luz , y después mirar ordenadamente los hechos vividos, los hábitos o costumbres que se han enraizado más en la propia vida - pereza o laboriosidad, sensualidad o sobriedad, envidia...
2 Aceptarse. Una vez se ha conseguido un conocimiento propio más o menos profundo viene el segundo escalón de la
humildad: aceptar la propia realidad. Resulta difícil porque la soberbia se rebela cuando la realidad es fea o defectuosa.
Aceptarse no es lo mismo que resignarse. Si se acepta con humildad un defecto, error, limitación, o pecado, se sabe contra qué luchar y se hace
posible la victoria. Ya no se camina a ciegas sino que se conoce al enemigo. Pero si no se acepta la realidad, ocurre como en el caso del enfermo que no quiere reconocer su enfermedad: no podrá
curarse. Pero si se sabe que hay cura, se puede cooperar con los médicos para mejorar. Hay defectos que podemos superar y hay límites naturales que debemos saber aceptar.
Dentro de los hábitos o costumbres, a los buenos se les llama virtudes por la fuerza que dan a los buenos deseos; a los malos los llamamos vicios, e inclinan al mal con más o menos fuerza según la profundidad de sus raíces en el actuar humano. Es útil
buscar el defecto dominante para poder evitar las peores inclinaciones con más eficacia. También conviene conocer las cualidades
mejores que se poseen, no para envanecerse, sino para dar gracias a Dios, ser optimista y desarrollar las buenas tendencias y virtudes.
Es distinto un pecado, de un error o una
limitación, y conviene distinguirlos. Un pecado es un acto libre contra la ley
de Dios. Si es habitual se convierte en vicio, requiriendo su desarraigo, un tratamiento fuerte y constante. Para borrar un pecado basta con el arrepiento y el propósito de enmienda unidos a la
absolución sacramental si es un pecado mortal y con acto de contrición si es venial. El vicio en cambio necesita mucha constancia en aplicar el remedio pues tiende a reproducir nuevos
pecados.
Los errores son más fáciles de superar porque suelen ser involuntarios. Una vez descubiertos se
pone el remedio y las cosas vuelven al cauce de la verdad. Si el defecto es una limitación, no es pecado, como no lo es ser poco inteligente o poco dotado para el arte. Pero sin humildad no se
aceptan las propias limitaciones. El que no acepta las propias limitaciones se expone a hacer el ridículo, por ejemplo, hablando de lo que no sabe o alardeando de lo que no tiene.
Vive según tu conciencia o acabarás pensando como vives.
Es decir, si tu vida no es fiel a tu propia conciencia, acabarás cegando tu conciencia con
teorías justificadoras.
3 Olvido de sí. El orgullo y la soberbia llevan a que el pensamiento y la imaginación giren en torno al propio yo. Muy
pocos llegan a este nivel. La mayoría de la gente vive pensando en si mismo, "dándole vuelta" a sus problemas. El pensar demasiado en uno mismo es compatible con saberse poca cosa, ya que el
problema consiste en que se encuentra un cierto gusto incluso en la lamentación de los propios problemas. Parece imposible pero se puede dar un goce en estar tristes, pero no es por la tristeza
misma sino por pensar en sí mismo, en llamar la atención.
El olvido de sí no es lo mismo que indiferencia ante los problemas. Se trata más bien de superar el pensar demasiado en uno mismo. En la medida en que se consigue el olvido de sí, se
consigue también la paz y alegría. Es lógico que sea así, pues la mayoría de las preocupaciones provienen de conceder demasiada importancia a los problemas, tanto cuando son reales como cuando
son imaginarios. El que consigue el olvido de sí está en el polo opuesto del egoísta, que continuamente esta pendiente de lo que le gusta o le disgusta. Se puede decir que ha conseguido un grado
aceptable de humildad. El olvido de sí conduce a un santo abandono que consiste en una despreocupación responsable. Las cosas que ocurren -tristes o alegres- ya no preocupan, solo ocupan.
4 -Darse. Este es el grado más alto de la humildad, porque más que superar cosas malas se trata de vivir la
caridad, es decir, vivir de amor. Si se han ido subiendo los escalones anteriores, ha mejorado el conocimiento propio, la aceptación de la realidad y la superación del yo como eje de todos los
pensamientos e imaginaciones. Si se mata el egoísmo se puede vivir el amor, porque o el amor mata al egoísmo o el egoísmo mata al amor